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Blues del Funeral

(de Dos canciones para Hedli Anderson)

Parad todos los relojes, cortad el teléfono,

Evitar que el perro ladre con un hueso jugoso

Silencio a los pianos y con tambores apagados

Sacad el ataúd, que vengan los dolientes.

Deja que los aviones gimen en círculos sobre nuestras cabezas

Garabateando en el cielo el mensaje Él está muerto,

Poned lazos de crepé alrededor de los cuellos blancos de las palomas públicas,

Que los policías de tráfico lleven guantes de algodón negros.

Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,

Mi semana laboral y mi descanso dominical,

Mi mediodía, mi medianoche, mi charla, mi canción;

Pensé que el amor duraría para siempre. Estaba equivocado.

Las estrellas ya no son necesarias: apaguen todas;

Empaca la luna y desmantela el sol;

Derramar el océano y barrer la madera,

Porque nada de lo que ocurre ahora puede jamás llegar a ser bueno.

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